En un mundo cada vez más acelerado y demandante, el cuidado de la salud mental ha adquirido una relevancia central. Ansiedad, depresión, insomnio, estrés crónico y otros trastornos neuropsiquiátricos afectan a millones de personas en todo el mundo. Sin embargo, en la búsqueda de soluciones integrales y complementarias, una herramienta tradicional han resurgido con fuerza: los masajes terapéuticos.
Más allá de su connotación relajante o estética, el masaje terapéutico ha demostrado tener efectos fisiológicos y neuropsiquiátricos profundos, actuando como un puente entre el cuerpo y la mente. En este artículo, exploraremos cómo el masaje puede influir positivamente en la salud mental, los mecanismos fisiológicos detrás de este impacto y su creciente uso como complemento terapéutico en el campo de la neuropsiquiatría.
¿Qué es el masaje terapéutico?
El masaje terapéutico es una técnica manual basada en la manipulación de tejidos blandos (músculos, tendones, ligamentos y fascias) con fines clínicos. A diferencia del masaje estético, su objetivo no es meramente relajante, sino restaurar funciones corporales, aliviar el dolor, mejorar la circulación y apoyar procesos de recuperación tanto físicos como emocionales.
Existen diferentes tipos de masaje terapéutico, como el masaje sueco, el masaje miofascial, el masaje deportivo, el shiatsu y el drenaje linfático, entre otros. Cada uno tiene una técnica y aplicación distinta, pero todos comparten el principio de que el cuerpo y la mente no son entidades separadas, sino que se influyen mutuamente de forma constante.
El sistema nervioso y el contacto físico
Uno de los fundamentos fisiológicos más relevantes del masaje terapéutico es su efecto sobre el sistema nervioso autónomo. Este sistema regula funciones involuntarias como la frecuencia cardíaca, la respiración y la digestión, y se divide en dos ramas:
- El sistema simpático (respuesta de “lucha o huida”)
- El sistema parasimpático (respuesta de “descanso y digestión”)
Durante situaciones de estrés o ansiedad, el sistema simpático se activa, generando tensión muscular, aumento del cortisol, ritmo cardíaco acelerado y dificultad para relajarse. El masaje terapéutico ha demostrado activar el sistema parasimpático, promoviendo la relajación profunda, reduciendo la presión arterial y equilibrando la producción hormonal.
Además, el tacto terapéutico estimula la liberación de oxitocina, también conocida como la “hormona del apego”, así como de serotonina y dopamina, neurotransmisores clave en la regulación del estado de ánimo.
Evidencia científica: masajes y salud mental

Numerosos estudios clínicos han abordado los efectos del masaje terapéutico en condiciones como:
1. Ansiedad y Estrés
Una revisión sistemática publicada en Journal of Clinical Psychiatry demostró que el masaje terapéutico puede reducir significativamente los niveles de cortisol (hormona del estrés) y aumentar las ondas alfa cerebrales, relacionadas con la relajación.
2. Depresión
Aunque no reemplaza a la psicoterapia o a la medicación en casos severos, el masaje puede ser un coadyuvante eficaz, ayudando a mejorar el estado de ánimo, la autoestima y la percepción corporal. En pacientes con depresión posparto, por ejemplo, el masaje ha mostrado resultados prometedores en la reducción de los síntomas emocionales.
3. Trastornos del sueño
El insomnio crónico puede ser tanto una causa como una consecuencia de trastornos neuropsiquiátricos. El masaje puede inducir estados de relajación profundos que favorecen el sueño reparador, mejorando tanto la latencia (tiempo en quedarse dormido) como la calidad del sueño.
4. Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
Algunas investigaciones sugieren que el masaje, especialmente combinado con técnicas de respiración consciente, puede ayudar a los pacientes con TEPT a reconectar con su cuerpo y procesar traumas físicos y emocionales almacenados en el tejido muscular.
Neuropsiquiatría y terapias complementarias
La neuropsiquiatría estudia los trastornos que se sitúan en la intersección entre la neurología y la psiquiatría. Esto incluye enfermedades como:
- Epilepsia
- Demencia
- Trastorno bipolar
- Trastornos neurocognitivos
- Parkinson y Alzheimer
- Trastornos del espectro autista
En este campo, el abordaje convencional (medicación, terapia cognitivo-conductual, estimulación cerebral) puede complementarse con intervenciones corporales como el masaje terapéutico. Aunque aún se requiere más investigación, cada vez más hospitales y clínicas de salud mental están integrando masajes como parte de su enfoque holístico.
Mente y cuerpo: un binomio inseparable
Desde una perspectiva biopsicosocial, se reconoce que el bienestar físico y mental están profundamente interrelacionados. La tensión muscular crónica, el dolor somático, la fatiga y otros síntomas físicos pueden potenciar la ansiedad o la depresión, y viceversa. Aquí es donde el masaje se convierte en una herramienta de reconexión cuerpo-mente.
El masaje no solo actúa en la periferia (piel, músculos), sino que envía señales al sistema límbico, el centro emocional del cerebro. Al liberar tensiones físicas, también se libera carga emocional acumulada. Esta experiencia puede ayudar al paciente a sentirse más presente, más contenido, y en mayor control de su cuerpo y sus emociones.
Casos clínicos y experiencias
Muchos pacientes que reciben masajes regulares reportan mejoras que van más allá del cuerpo:
- Personas con fibromialgia mejoran su tolerancia al dolor y reducen la ansiedad anticipatoria.
- Adultos mayores con demencia leve muestran una menor agitación tras sesiones de tacto terapéutico.
- Pacientes con ataques de pánico descubren que el masaje los ayuda a identificar zonas de tensión y practicar técnicas de relajación corporal.
En entornos psiquiátricos, el masaje puede ser una puerta de entrada a terapias más profundas, especialmente en pacientes que desconfían de la verbalización o tienen dificultades para expresar emociones.
Precauciones y recomendaciones
Aunque el masaje terapéutico es generalmente seguro, debe ser realizado por profesionales calificados, especialmente si se trata de pacientes con trastornos neurológicos o psiquiátricos.
Algunas precauciones incluyen:
- Evitar en fases agudas de psicosis o brotes.
- Ser cuidadoso en pacientes con trastornos de trauma severo, ya que el contacto físico puede reactivar recuerdos dolorosos si no se maneja con sensibilidad.
- Coordinar siempre con el equipo médico o terapeuta tratante.
Conclusión: cuerpo relajado, mente equilibrada
En tiempos en que la salud mental se ve desafiada por múltiples frentes —tecnología, aislamiento, estrés social y laboral—, los masajes terapéuticos emergen como una estrategia poderosa, simple y profundamente humana. Su capacidad de aliviar el dolor físico, reducir el estrés, mejorar la calidad del sueño y restablecer el equilibrio neuroquímico los convierte en una herramienta valiosa dentro de un enfoque neuropsiquiátrico integrador.
El masaje, en definitiva, nos recuerda que somos más que un cerebro pensante: somos cuerpos que sienten, y que muchas veces, necesitan ser tocados con respeto, empatía y técnica para sanar.